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Tabla de Posiciones:
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Anton Rodgers interpreta a Lewis narrando su propia vida desde que era un niño. Relata una infancia feliz que termina con la muerte de su madre a manos del cáncer y al enviarlos su padre a un internado. Habla sobre las terribles cosas que sucedían en su escuela, cómo los bravucones atormentaban a los otros niños. Como él mismo cuenta, no lo hacían por dinero, era "el arte por amor al arte", en sus propias palabras. "Pensándolo bien", dice, "una escuela de ese tipo es la mejor preparación para la vida cristiana. Te ayuda a vivir con esperanza" Lewis pidió a su padre terminar su educación fuera de esa escuela, lo cual él aceptó. Para el momento en que Lewis abandonaba el internado, había concluido que la religión era una farsa, y que Dios no existía. "También estaba enojado con Dios por no existir", dice con ironía. Pasó un año bajo la tutela de William Kirkpatrick, "Knock", un profesor duro y ateo, al cual Lewis describe con mucho aprecio. Ese año lo preparó para entrar a la Universidad de Oxford, tiempo que Lewis recuerda haber disfrutado. Recien entrado a la Universidad estalla la Primera Guerra Mundial, o como Lewis la llama, "La Gran Guerra". Allí, su convicción de la "no existencia" de Dios se hizo más fuerte. Al volver a Oxford, comenzó poco a poco a darse cuenta de varias cosas. "La mayoría de mis libros favoritos, los mejores en mi opinión, eran escritos por cristianos", dice, pensativo. "Eso no era bueno. Tambien, la mayoría de mis amigos eran cristianos. Los cristianos empezaron a aparecer por todos lados!" (Disfruté particularmente esa frase) "incluso mi amigo J.R.R. Tolkien era un cristiano activo. Me sorprendió encontrar que alguien tan brillante como él tuviera una fe tan fuerte, y me sorprendió mas que llegara a cuestionar mi ateísmo(...) Es curioso, porque tenía justo frente a mí la historia de Aslan y Narnia" Con esta y mucha otra evidencia, Lewis llegó a la conclusión de que Dios existía, lo quisiera él o no, si bien para él no fue algo agradable de admitir. "Debo haber sido el converso más renuente y abatido en toda la historia", dice. "pero finalmente me rendí." En ese tiempo escribió las "cartas del diablo a su sobrino", dio muchas charlas y, según dice, "parece que empezaba a ser considerado un defensor de la fe". Se unió a los Inklings (la tan mencionada sociedad donde se compartían sus escritos algunos autores ingleses) y se mudó al campo con su hermano. Cuando estalló la segunda guerra mundial, Lewis y su hermano acogieron a cuatro niños refugiados a causa de los bombardeos. "A pesar de todo eran buenos niños", concluye después de relatar cómo le sacaban de quicio a menudo. "Entonces supe que debía escribir un cuento de hadas... o morir en el intento" El León, la Bruja y el Ropero tuvo críticas diversas entre los Inklings, pero fue un rotundo éxito en las librerías. Y con el éxito vino el alud de cartas. Hubo una de ellas que le llamo la atención, de una mujer estadounidense llamada Joy Gresham (Joy Davidman Gresham), quien le esribe a Lewis acerca de cómo sus libros ayudaron a la conversión de ella. Era una poetisa premiada en su país, divorciada y madre de dos hijos, David y Douglas Gresham. Ella viajó a Inglaterra a conocerle, y fue hospedada en casa de Lewis con sus dos hijos. Ella quería quedarse en Inglaterra, pero el gobierno le negaba la visa. Por ello, Lewis la tomó en matrimonio para que ella tuviera la ciudadanía. "Era un matrimonio de papel", comentó Lewis. Pero eso no fue así por siempre. A Joy le diagnosticaron cáncer, y cáncer terminal. Fue entonces que Lewis se dio cuenta que la amaba, y aunque tenía el corazón destrozado, era feliz. Así que decidió casarse con ella "ante los ojos de Dios". Un cura argumentaba tener un don de Dios para sanar y, aunque Lewis no creía en ello, dejó que rezaran por su esposa. Luego de ello, los casó en la habitación del hospital. "Y ella empezó a mejorar. Los doctores no se explicaban qué había pasado Había ocurrido un milagro. (...) A los sesenta años, tenía la felicidad que se me había negado a los veinte" Desafortunadamente, Joy volvió a enfermar, y esta vez el cáncer la mató. "Fue como ser atrapado por el gigante luego de haber vencido todos los obstáculos, justo cuando estás por salir del castillo" Esto sumergió a Lewis en una crisis de fe. "Aslan, Narnia, eran cuentos de hadas. Ella había muerto". Al final, Lewis termina aceptando la muerte de su esposa, haciendo las pases con Dios y cuidando a sus hijastros. "Le pregunté a Dios: 'Entonces, para regresar a ti, ¿debo dejarla ir?' y saben qué me respondió: Nada. Bueno, no exactamente. Me miró con compasión y me dijo: 'No lo entiendes'. Yo pensé que podía entender todo lo que me propusiera pero hube de aceptar que, a veces, las mejores cosas son las que no podemos entender" El documental termina cuando Lewis cita el último párrafo de La Última Batalla. (traducido del inglés) Toda su vida en este mundo y todas sus aventuras en Narnia habían sido solamente la portada y la primera página: Ahora, por fin, estaban comenzando el primer capítulo de la Gran Historia, la que nadie ha leído, que continúa por siempre; en la cual cada capítulo es mejor que el anterior" |
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